22 sept 2010

La Isla, el internado socialista cubano



Leáse "Castro o Muerte"
Cuando uno (extranjero) decide vivir en Cuba al igual que un cubano, debe asumir que “La Isla” es una isla en el amplio sentido de la palabra.

En Cuba se vive aislado física e informativamente del resto del planeta y lo más asfixiante, todo, absolutamente todo lo que consumes: productos cárnicos (nunca de res), pescado (rara vez paradójicamente en una isla), fruta y verdura (si la suerte te acompaña) arroz y frijoles (todos los días de tu vida), ropa y calzado (casi siempre uniformado), educación escolar y cultura (si consideras el adoctrinamiento y la propaganda como tal) prensa, televisión etc… será producido, importado, administrado, distribuido, controlado, racionado, analizado y censurado por Papá Estado y su Partido Comunista.

Desde el momento en que desayunas tu mini pan diario, al igual que todos tus vecinos; comes tu arros con frijoles, al igual que todos tus vecinos; lees alguno de los dos mini periódicos propagandísticos, al igual que todos tus vecinos (en realidad solo los leen los comecandelas (adoradores del régimen) y los gusanos (disidentes), el resto lo utiliza para limpiarse el culo al no poder acceder al papel higiénico); te compras el mismo libro publicado y autorizado ese mes, al igual que todos tus vecinos; y decides ver el mismo y único noticiero emitido al unísono en todos los canales del país, te entra un complejo de internado encarcelado por comer todos lo mismo y de borrego adoctrinado por haber leído y visto todos lo mismo.


Destino primario del periódico "Juventud Rebelde"

Vivir en Cuba es vivir una infancia hostil sin el consuelo de llegar a ser adulto. Es tener que pedir permiso para todo, con un “padre” intransigente que no te deja salir a la calle (un cubano de provincia necesita un tránsito -permiso- para ir a La Habana y una carta blanca para viajar al extranjero). Es soñar con una bicicleta como todos los niños y saber que nunca, nunca en tu vida podrás tenerla (la compra de coches, motocicletas y tecnología extranjera etc… está prohibida y únicamente los foráneos que colaboren económicamente con el gobierno —técnicos extranjeros- pueden conseguir una licencia). Es querer intimidad en tu habitación sin que tu padre te registre los bolsillos (es habitual que tu correspondencia postal y electrónica sea revisada gracias a la ayuda de DHL y Telefónica -empresa que instaló y facilitó la red informática que permite controlar tu email y todas las paginas por las que navegues- si tienes la enorme fortuna que tu puesto laboral conlleva el poder acceder a Internet). Es saber que jamás saldrás de ese colegio horrible para estudiar lo que quieras (censura, control informativo, control editorial y casi nula existencia de libros o música extranjera). Es querer vivir tus propias experiencias sin que tu padre prohíba todo lo que considera peligroso, (en Cuba todo está prohibido hasta que se demuestre lo contrario).

Y encima de eso, eres constantemente hostigado y reprochado por la inmensa fortuna de vivir en el único país realmente socialista del mundo, convenciéndote de que le debes todo a Fidel y tienes que serle fiel hasta la muerte. Un padre que tras 50 años perdidos de Revolución, te tiene encarcelado y echándote en cara las 5 de libras de arroz mensuales y unos hospitales cochambrosos que nadie limpia (¿será culpa también de los yankis?) y del que uno no logra entender como es posible que sigan en pie.

Desde muy temprana edad (preescolar) el cubano es adoctrinado con consignas políticas y educado en el odio al español y sobre todo al norteamericano. Solo hay que ver programas infantiles de televisión como “Para saber mañana” (escrito y supervisado por el Partido Comunista) donde dos presentadores de siete añitos y mellados repiten frases propagandísticas comunistas, de odio al norteamericano e infinitas menciones a la muerte, el Ché y Fidel.

Donde en cualquier país un niño dibuja un árbol, en Cuba colorea el rostro del Ché. Donde en cualquier país un niño canta sobre la naturaleza y los caramelos en Cuba repiten “no temáis una muerte gloriosa que morir por la patria es vivir”.

Los ciudadanos de raza negra son principalmente los más hostigados, cuando se les recuerda constantemente que un día fueron esclavos, porque en Cuba los derechos no son inherentes al hombre sino una suerte o gracia del Dios Fidel y tienen un alto precio, tu libertad.

El internado de película de terror que es Cuba, muchas veces engaña los ojos del extranjero (habitualmente afiliado al Partido Comunista de su pueblo), que se maravilla del control y cuidado absoluto que el Estado tiene sobre sus ciudadanos, y la brevedad de su estancia no le permite experimentar la ansiedad y paranoia que produce vivir en esa sociedad tan “perfecta” y militarizada.

A todos los que todavía siguen defendiendo este parque temático del comunismo, les digo que la Cuba de hoy es como una hamburguesa del McDonald´s, solo se ve bonita en la foto y no cuando uno se la tiene que comer todos los días.


Eloy Gonzalo
Tomado de: El Imparcial

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