2 feb 2011

Deseos, miedos y fantasías de abandonar el planeta Castro


¿Son mayoría los que jamás se irían de Cuba? ¿Son millones los que dejando todo le dirían adiós? Difícil saberlo. Ni los omniscientes espías del G-2 cubano deben tener ese dato. ¿Cuál es la visión del mundo exterior que tiene el cubano promedio? ¿Cómo se coloca y ajusta en el mapa global?

Quizás la escritora cubana Wendy Guerra haya dado en la tecla. «Nacer en Cuba fue mimetizarse en esa ausencia del mundo», dice al inicio de su novela «Todos se van». Sin embargo, muchos de los que se van, vuelven. Son los que no se adaptan, los que añoran el «modelo» (si cabe), los que, a pesar de estar en desacuerdo con el castrismo, solo saben vivir bajo el sistema paternalista, impuesto sin piedad. Y en su isla, aislada de los otros.

«Si queremos ayudar con el futuro de Cuba, tenemos la necesidad y obligación de entender cómo piensan los cubanos de la isla, cómo ven ellos el mundo», dice a Ámbito Financiero el abogado José Pallí, fundador del USA-Cuba Legal Forum. «Aquí en Miami (Pallí nació en La Habana, se educó en la Argentina y reside en EE.UU.) pareciera que no nos interesa sino atribuirles una forma de ser y de pensar, que es la que a nosotros nos vendría bien que tuvieran», agrega. Para Pallí, como para varios otros estudiosos de la actualidad cubana, existe el imponderable de la visión del mundo y capacidad de adaptación de los jóvenes que no conocieron otra cosa que la Cuba posterior al «período especial» (de 1991 en adelante, con la desaparición del subsidio soviético) y que sufrieron en carne propia el deterioro educativo en la isla.

Sin embargo, y a pesar de la escasez, esos jóvenes tienen su adaptación con el mundo. A través del consumo. «Quieren irse para afuera para encontrarse con todo lo material que les falta», comenta a esta cronista Miguel, un treintañero guía de turismo en La Habana, que se muestra asombrado por la pregunta «de si van en busca de libertades». «Van a la Yuma (el exterior, por extensión, EE.UU.) para traerse un celular ultimo modelo, calzado de marca, jeans de diseño, joyas de oro, reloj, para después mostrarse acá», completa.

Mentalidad de nuevos ricos, apáticamente insensibles, como los califica la bloguera Yoani Sánchez, los menores de 30 se relacionan utilitariamente con el extranjero. Cobrándole al turista, esquilmándolo si puede, y con capacidad de asombro programada exclusivamente para las tendencias y la moda. Prefieren, a la hora de elegir turistas, a los europeos, que no pagan en dinero gringo (con el 20% de impuesto «antiimperialista»).

¿La política y realidad de otros pueblos? Pertenecen, para el cubano promedio, a otra galaxia. Grande fue la sorpresa para un fiscal del Estado, un chofer de taxi, un guía de lujo y una abogada, enterarse, a través de esta cronista, de que en la Argentina se puede elegir libremente la carrera universitaria, que existe un sistema jubilatorio, que la educación y la salud son gratuitas y no sólo beneficios y derechos exclusivos del régimen cubano. «Es la visión fragmentada, neblinosa e imprecisa del mundo, que tiene el cubano», dice desde EE.UU. Tony Rivera a Ámbito Financiero. Nacido en La Habana, cruzó en balsa hacia la Florida, desde donde dirige el diario on line lanuevacuba.com., Rivera cree que «el bloqueo informativo, la maquinaria de propaganda mediática y el sistema educativo contribuyeron a una de las más eficientes infraestructuras de desinformación vigentes en el planeta».

Con todo, se calcula que en la última década, cerca de medio millón de cubanos dejaron su isla. Al mismo tiempo, un nuevo fenómeno de «exilios express» se está dando en Cuba: son los que dejan la isla, pero regresan antes de que se cumplan los 11 meses, para que el Gobierno no los dé por «idos» y les confisque la propiedad. «Vuelven de vacaciones, se dan su paseíto y ya», dice José, un chofer de remise, que tiene a su hija por estos días en casa, de regreso de Ecuador, donde fue a hacerse la América, comprando ropa barata (con logos de marca), para luego venderla en un puestito callejero en La Habana.

Ecuador, justamente, es la nueva meca para los cubanos. Gracias a que por disposición del Gobierno de Rafael Correa, desde 2008 están exentos de visado, 27.500 cubanos ingresaron en 2009 a ese país y se calcula que en 2010 hayan superado los 40.000. (La Dirección Nacional de Migración ecuatoriana estima que el 15% de los cubanos no regresa a la isla: muchos de ellos logran la ciudadanía a través de casamientos «pagos» con ecuatorianos).

«Mi hija compró un casamiento con ecuatoriano; lo mismo hizo su novio, pero para ellos, no hay como Cuba», explica José. «Allá afuera, el capitalismo los hace trabajar mucho y competir, y ellos no se pueden desacostumbrar de nuestro paternalismo», dice.

¿Síndrome de Estocolmo o síntomas de ausencia del mundo? Wendy Guerra, que salió y volvió, lo dice bien: «Afuera de Cuba me siento en peligro;, adentro, me siento confortablemente presa».

Por Carolina Barros

Tomado de: Analítica


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