29 oct 2010

El espionaje cubano en Estados Unidos

Walter y Gwendolyn Myers, últimos espías del gobierno cubano encauzados en los EE.UU, por ahora.
El régimen cubano aunque ha hecho el papel de victima de Estados Unidos por más de cinco décadas, ha recurrido a numerosos y variados recursos para espiar, o al menos influenciar, en el gobierno y la clase dirigente de este país.

Aun antes de llegar al poder, los partidarios de Fidel Castro que militaban en el Movimiento 26 de Julio constituyeron  células en las ciudades más importantes de la Unión Americana que a la vez que apoyaban a los insurgentes, buscaban influenciar en los medios y la clase dirigente, particularmente en las Universidades.

Una parte de los que integraron las delegaciones del M-26 de Julio regresaron a la isla al triunfar la Revolución, pero un sector importante permaneció en Estados Unidos, sirviendo al castrismo mientras creyeron en el Proceso.

En ese periodo fundaron grupos de influencia que se pusieron a la tarea de defender en todas las instancias y de diferentes maneras el proceso revolucionario y en particular a Fidel Castro, que de hecho para los partidarios del dictador cubano eran una sola entidad.

Tan temprano como el 28 de septiembre de 1960 en un discurso a su regreso de Naciones Unidas el dictador cubano reconoció que se había creado en el país del norte grupos defensores de su proyecto, dijo,  “muchos ciudadanos norteamericanos, sobre todo hombres de pensamiento libre, escritores ilustres, gente honesta que han tenido el valor de expresar públicamente allá mismo sus simpatías por la Revolución Cubana a través de un Comité Pro Justo Trato para Cuba”.

Agrupaciones similares a esta, con diferentes nombres pero iguales objetivos fueron creadas a lo largo y ancho del país, Lee Harvey Oswald, el asesino del presidente John F. Kennedy, dirigió una de ellas. Las universidades y los sectores intelectuales siempre fueron objetivos priorizados.

Cuba fue punto de encuentro para los estadounidenses contrarios al sistema. Uno de los que participó en estos eventos fue Jack Barnes, que a su regreso a Estados Unidos se afilió a la Alianza de la Juventud Socialista y al Partido Socialista de los Trabajadores con el objetivo de seguir el ejemplo de Cuba y, como decía, hacer una revolución socialista en la tierra de Lincoln.

El Departamento de Estado de Estados Unidos publicó en el 2008, una hoja informativa en la que expone parte  la trayectoria del espionaje cubano y expone  ejemplos de las actividades de los agentes castristas. El informe demuestra que la Cuba totalitaria no es una víctima de Washington como pretende hacer notar constantemente, sino que  Estados Unidos ha sido blanco de intensas actividades de espionaje por parte del gobierno de La Habana.

Algunas secciones del informe refieren: 

Ana Belén Montes, analista de la Agencia de Inteligencia para la Defensa de Estados Unidos, confesó haber espiado para Cuba durante 16 años,  1985-2001, cuando fue arrestada. Entre otras informaciones Belén Montes suministró al gobierno cubano los nombres de cuatro funcionarios estadounidenses de inteligencia que trabajaban en Cuba y recopiló textos, documentos y materiales para entregarlos ilegalmente al gobierno de cubano.

Espías de la isla, conocidos como la Red Avispas, fueron declarados culpables o confesaron haber espiado o cometido delitos conexos. El grupo trató de infiltrar la sede del Comando del Sur de Estados Unidos. Uno fue condenado por haber entregado un mensaje al gobierno cubano que contribuyó a la muerte de cuatro aviadores de Hermanos al Rescate, cuyos naves fueron derribados en 1996 por aviones MIG cubanos en el espacio aéreo internacional.

Un funcionario de Inmigración estadounidense, Mariano Faget, pasó  información sensible a un socio comercial vinculado a la inteligencia de Cuba. Como consecuencia de  este caso, dos diplomáticos cubanos fueron expulsados de Estados Unidos por actividades de espionaje.
Durante un período de 15 años, de 1983 a 1998, 15 miembros de la misión cubana ante las Naciones Unidas fueron expulsados por actividades de espionaje, entre ellos tres que operaban en la Red Avispas que fue apresada en 1998.

Los espías cubanos también tuvieron éxito al penetrar la organización Hermanos al Rescate. El agente infiltrado en la agrupación radicada en Miami fue Juan Pablo Roque, un ex piloto de aviones MIG-23, que había desertado en 1992 y que logró convertirse en un informante pagado por el FBI.


Roque desertó otra vez, pero en esta ocasión a Cuba, el mismo día del derribo del avión de Hermanos al Rescate en febrero de 1996.

Manipulando los hechos el espía y traidor denunció en La Habana al grupo y lo acusó de planear ataques terroristas contra el país.

Un ejemplo similar es el caso de José Rafael Fernández Brenes, quien en 1988 abandonó un buque mercante cubano. De 1988 a 1991 trabajo en TV Martí, cuyas señales fueron interferidas desde su comienzo, debido en parte a la información sobre la frecuencia y especificaciones técnicas suministrada por Fernández Brenes.
Un  caso no presente en el informe es el del profesor universitario Carlos Álvarez,  doctor en Psicología Clínica y profesor asociado al Departamento de Estudios de Liderazgo y Política Educacional y su esposa, la sicoterapeuta especializada en tratamiento de grupo y coordinadora del programa de capacitación en el área social, Elsa Prieto. Ambos fueron acusados y condenados por espiar contra Estados Unidos a favor del gobierno de Cuba. Enviaban y recibían mensajes cifrados a la isla. Según la acusación Álvarez había espiado para Cuba desde 1977 y su esposa desde 1982.

Por ultimo y, por ahora,  el matrimonio compuesto por Walter y Gwendolyn Myers, espió por 30 años a favor del régimen de La Habana. Myers que trabajó por tres décadas en el Departamento de estados de Estados Unidos, aceptó junto su esposa la responsabilidad  de espiar para Cuba a cambio de una reducción de condena.

Pero antes de cerrar estos apuntes hay que valorar las declaraciones del teniente coronel Chris Simmons, un oficial de contrainteligencia del Ejército de Estados Unidos que declaró a The Miami Herald que entre 9 y 18 meses después del desmantelamiento de la red Avispa, 1998, el número de agentes y oficiales de inteligencia cubanos en el estado de La Florida había regresado a niveles anteriores a la captura de esa red.

Es una realidad que el espionaje practicado por el régimen castrista contra Estados Unidos demanda un trabajo mas amplio, pero de momento solo entregamos estos apuntes que permiten apreciar el nivel de ingerencia de Cuba que, para ser preciso, no solo se ha limitado a espiar, sino también a respaldar grupos violentos que practicaron el terrorismo como los Panteras Negras y Los Macheteros.

Por Pedro Corzo 

Tomado de: Diario de América

  
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