3 may 2011

“Tengo la ilusión de que lo que va a pasar en Cuba no ha ocurrido jamás”

Yoani Sánchez.

Su nombre ha dado la vuelta al mundo a través del blog Generación Y. Pero pocos sospechan que sus comentarios sobre la realidad cubana, los escribe, día a día, en su casa de La Habana desde la más absoluta indefensión y atacada sin tregua por la policía política del régimen. Frente a ello sólo tiene tres armas: su blog digital, su autoridad moral y sus ideas, que le sirven para informar sobre una sociedad que convive con el miedo, la ambigüedad y la represión más absoluta. Valiente y tremendamente comprometida, su voz se ha convertido en la conciencia de su pueblo. En esta entrevista repasa algunas claves del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado recientemente, y responde algunas cuestiones de actualidad relacionadas con el futuro de su país. Yoani Sánchez ha recibido numerosas distinciones, entre ellas, el Premio Ortega y Gasset de periodismo de El País y el Premio Internacional a las Mujeres de Coraje que otorga el Departamento de Estado de los EE.UU. También ha sido elegida por la revista Time entre las cien personas más influyentes del mundo. 

-Durante el VI Congreso, Raúl Castro ha culpado al partido comunista de todos los problemas del país. ¿Podría considerarse este discurso la primera capitulación oficial del sistema?


“No. Sólo podrá hablarse de capitulación cuando ese discurso autocrítico no vaya sólo dirigido a los burócratas, funcionarios y militantes sino especialmente al artífice de las desacertadas decisiones que nos han llevado hasta este punto. O sea, mientras no se responsabilice a Fidel Castro con buena parte del descalabro económico y social en el que estamos, no podremos sentirnos en presencia de un sincero mea culpa. Para el discurso oficial, él es la patria, la revolución, el partido, la historia y muchas cosas más. Justamente lo que dijo Raúl Castro, o lo que quiso decir, es que los cuadros intermedios no habían sabido interpretar y cumplir cabalmente las preclaras orientaciones del máximo líder. El hermano menor sólo ha tratado de exonerarlo y para ello ha debido adjudicar los errores a otros.

-Cualquier cambio profundo en el modelo cubano tendría que pasar por el respeto a las libertades fundamentales. ¿Cómo valora la situación de los Derechos Humanos en la Isla?


“Si tomamos como referente la Declaración Universal de Derechos Humanos y comparamos los puntos que ésta plantea con la realidad de la Isla, saltarán a la vista las grandes ausencias que tenemos. Particularmente nos afectan las limitaciones en el plano de la expresión, la asociación y la libertad informativa. El hecho de que en Cuba no puedan ser legalizadas organizaciones, grupos o partidos independientes del gobierno, da una clara idea de cuán en pañales estamos en ese terreno. Sin embargo, las autoridades tienen su propia interpretación de cuáles son los derechos que los ciudadanos necesitamos. De manera que cuando alguien se queja de la represión política, de las limitaciones para entrar y salir libremente de su propio país, del excesivo adoctrinamiento en las escuelas o del discurso único que propaga la prensa oficial, entonces aparecen los apologistas que nos recuerdan los subsidios del paternalismo, la educación y la salud gratuita, dos sectores -por cierto- bastante deteriorados en los últimos años. No se percatan que en parte ése es el alpiste para justificar la jaula, las migajas para evitar que clamemos por más.

-Según una encuesta reciente, el 77 % de los cubanos no confía en que el gobierno pueda sacar al país de la crisis económica y política actual. ¿Cree que con el desgaste y la pérdida de credibilidad del régimen, el pueblo se esté quitando la máscara del miedo?


“La máscara se está derritiendo, pero solo en las condiciones de la más estricta privacidad. Los mismos que se quejan del gobierno en la intimidad de la familia y los amigos, asisten después tácitamente a un desfile para apoyar a las autoridades e incluso a un acto de repudio para gritar y agredir a los inconformes. Ojalá que al menos la mitad de ese 77 % pasara a mostrar su inconformidad públicamente, sin dobleces y no sólo ante la hoja anónima de una encuesta”.

-¿Qué significa para un cubano la libertad?

“Cada uno tiene su propio horizonte. Para muchos solo quiere decir no estar presos, de ahí que en aras de evitar la cárcel simulan y aplauden. Para otros es ese sitio que está necesariamente en otra parte y por eso emigran para alcanzarlo. Para los menos, la libertad es ese espacio que puede conquistarse aquí, ahora, para expresarse, asociarse y prosperar económicamente”.

-Por utilizar una herramienta tan plural como Internet fue calificada de terrorista. ¿Ha recibido alguna otra amenaza?

“Una de las características más permanentes del gobierno cubano es su infinita capacidad para denigrar e insultar a quienes no comparten su ideología. La larga lista de epítetos que se les han endilgado a los críticos daría para un verdadero diccionario del agravio. Ahora está de moda satanizar a quienes desean cambios con vocablos al estilo de mercenarios, terroristas y hasta ciber comandos en caso de que utilicen las nuevas tecnologías para mostrar su inconformidad. En lo personal tengo una frase que me repito como un mantra cada vez que recibo un ataque gubernamental Dime quién te denigra y te diré quién eres. Y justamente quienes más vilipendian a la blogosfera alternativa son esos que tienen un largo historial de oportunistas, de oficialistas plegados a las órdenes llegadas desde arriba y especialmente aquellos cuya mediocridad no los deja brillar con luz propia.

Las presiones contra mí no se han quedado sólo en palabras, sino que se materializan en vigilancia constante sobre mi casa, intervención de mi línea telefónica, amenazas a mis amigos y familiares, imposibilidad de salir de mi propio país. Aún así, prefiero quedarme con lo lindo que me ha pasado en estos cuatro años desde que comencé a abrir un blog. Más que víctima me siento responsable por cada palabra que cuelgo en la red, por cada tweet que sale de mi teléfono móvil”.

-El motor impulsor democrático en el Norte de África han sido Internet y las redes sociales. ¿Puede ocurrir algo similar en la Isla?


“En mi humilde opinión, todavía queda por ver si todo lo que ha ocurrido en el Norte de África desembocará en más democracia y no en otro tipo de fundamentalismo. No obstante a esa gran incógnita, es evidente que en esos países, a pesar de los controles autoritarios, el acceso a las redes sociales era mucho más amplio que en nuestra Isla. Los egipcios llevaban años familiarizándose con los celulares y otras tecnologías de la información. Cuando la frustración social llegó a un punto alto, estos artilugios fueron el canal más a mano para mostrarla, pero en nuestro país no ocurre lo mismo. A veces tengo la ilusión de que lo que va a pasar en Cuba todavía no ha ocurrido en ninguna otra parte”.

-La terquedad de la dictadura castrista ha provocado una gran fuga de la inteligencia cubana. ¿Podría perjudicar esta situación al desarrollo futuro del país?


“Mucho de talento queda todavía de este lado y un enorme amor por Cuba se mantiene entre quienes han emigrado. Creo que es en el presente donde estamos pagando las consecuencias de esta hemorragia de gente joven y preparada que hemos sufrido durante décadas. Pero el futuro nos puede deparar agradables sorpresas en esa dirección. Tengo muchos amigos y colegas que quisieran regresar, cuando se logre una Nación donde se les ofrezca estabilidad, prosperidad y libertad”.

-El castrismo está dejando una profunda huella de degradación moral. ¿Costará conseguir la unidad espiritual e intelectual del pueblo cubano?


“Ese deterioro ha sido llamado -muy atinadamente- como el daño antropológico dejado por medio siglo de intolerancia, intimidación, paternalismo autoritario, doble moral, oportunismo y todo lo que le cuelga que ha traído como consecuencia que hasta ellos mismos hayan tenido que reconocer que se hace necesario rescatar ciertos valores. No sé si conseguiremos alcanzar algún tipo de unidad espiritual e intelectual, de momento me conformaría con ver florecer entre nosotros, con entera libertad, la diversidad de nuestro mestizaje, que no solo es racial, sino también religiosa, política y cultural. Sólo costará tiempo, confío en que no nos cueste más lágrimas y mucho menos sangre”.

-Puede que la muerte lenta de Fidel Castro esté allanando el camino de su canonización política. ¿Hasta qué punto afectará esta situación a Cuba?


“Hay hasta quienes anuncian que ahora viene el fidelismo como probable sustitución del marxismo leninismo, al que, por cierto, ni siquiera se le mencionó en los documentos del VI Congreso del Partido Comunista. Pero incluso en un probable proceso de canonización política del otrora máximo líder, mucho de  su poder se va a disolver, parte importante de la fuerza autoritaria que emanaba de él se perderá. No creo que sea tan grave que lo conviertan en un muerto ilustre, porque la historia se encargará de ponerlo después en su lugar. Lo que más me preocuparía -y cada vez parece más improbable- es que retorne a la tribuna, vuelva a levantar su dedo índice y a gobernar el país a su imagen y semejanza. Al decir de Bécquer con sus golondrinas Ese Fidel Castro, ya no volverá. Respiro aliviada”.

-Orwell decía que la cobardía es una amenaza tan grande para la libertad como la autocensura. ¿Usted cree que muchos artistas y escritores que viven hoy dentro de Cuba utilizan la desidia como un ejercicio para disfrazar su falta de compromiso con la libertad?

“No quiero ponerme en la posición de señalarles a los intelectuales un nuevo pecado original, como una vez lo hizo Ernesto Guevara. La cobardía es solo una de las respuestas humanas frente al peligro y la autocensura aparece precisamente allí donde existe la censura.

Por esa razón, la propia parálisis que embarga a muchos escritores y artistas cubanos de hoy es la muestra más palpable del temor que los rodea. Algún día se analizará no la obra escrita bajo el totalitarismo sino el silencio cómplice que muchos adoptaron. Será ésa la verdadera novela de la revolución cubana, la novela de la mordaza”.

-¿Cómo valora el papel de los gobiernos internacionales en relación al tema de Cuba y concretamente, del gobierno español?

“Los cubanos no deberíamos esperar por los gobiernos extranjeros para solucionar los problemas de nuestro país. Todos ellos, incluyendo al español, tienen un mayor compromiso con sus respectivos pueblos -con sus intereses económicos y políticos- que con nosotros. El asunto Cuba es una fracción infinitesimal entre las preocupaciones que tienen los gobernantes del mundo. Ningún político ganará o perderá unas elecciones porque tenga una u otra posición con respecto a esta Isla. Tenemos que aprender eso.

Sin embargo, tampoco ese pragmatismo político debe llevar a gobiernos del mundo a apoyar a quienes han detentado el poder por medio siglo sin haber pasado por las urnas. Ni intromisión ni complicidad, es lo que pedimos. Relaciones directas con la ciudadanía, apoyo a nuestras demandas en foros internacionales pero sin que esa presencia se convierta en la conocida sombra de la injerencia”.

JUAN CARLOS SÁNCHEZ REYES

Fuente: Diario de Avisos


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