Chavez en Cuba junto a los hermanos Castro. |
En el año 2.004, cuando se creía que la revolución llegaría a su fin, con el Referendo Revocatorio a sus espaldas, Hugo Chávez se fue a La Habana, llorando de pena y dolor. Fidel Castro tenía 6 años menos encima y diseñó un plan que surtió efectos demoledores: las misiones. Chávez llegó de La Habana anunciando misiones por aquí y misiones por allá. No hubo un solo prócer cuyo nombre no fuera utilizado para una misión. La idea era muy simple: había que repartir reales por montón a través de programas sociales que llegaran a los sectores más necesitados. Así lo hicieron y un chorro de dinero llegó a las zonas más desposeídas en becas, subsidios y pare de contar.
El resultado ya todos lo conocemos. Las misiones cumplieron su objetivo, que no era precisamente social o educativo, sino meramente electoral por cuanto fueron diseñadas para ganar votos, y con el paso de los años se fueron desdibujando hasta perder el interés de la colectividad. Hoy día, no es ningún secreto que la Misión Barrio Adentro, por ejemplo, es un completo fracaso. Los supuestos médicos cubanos se han estado escapando de Venezuela rumbo a los EEUU. El 60 por ciento de los módulos está abandonado. Las misiones Robinson y Ribas experimentan un bajón escalofriante. Ya no despiertan el interés de antes. Chávez sabe que el efecto y la emoción causada por las misiones, desapareció.
En pocas palabras, las misiones ya no sirven para ganar votos. Por eso fue a Cuba, raudo y veloz, a buscar que le diseñaran un plan nuevo que le permita detener la caída en las encuestas, recuperar los espacios perdidos y, lo más importante, captar votos para garantizar la reelección en el 2.012. Como ya no había misiones que ofrecer, los cerebros de La Habana junto con un grupo de asesores españoles diseñaron un plan para tratar de ver cómo carrizo le sacan las castañas del fuego al Jefe de la Revolución Bolivariana. Ese plan está sustentado sobre dos bases: la Ley Habilitante, solicitada por Hugo Chávez el año pasado y aprobada por una Asamblea Nacional moribunda, deslegitimada e ilegal y los damnificados que quedaron regados por todo el país como consecuencia de las fuertes lluvias que cayeron sobre Venezuela en el último trimestre de 2.010.
Utilizando a los damnificados como carne de cañón, Chávez intenta vender la Ley Habilitante como un mecanismo diseñado para ayudar a los pobres y necesitados. Por eso salió la Ley para Refugios, que no es otra cosa que una forma de darle estatus legal a los damnificados. Y en las próximas semanas continuarán apareciendo leyes mucho más locas que esa, en un intento desesperado por tratar de reconectar al Jefe de la Revolución con los sectores populares que están en situación crítica, precisamente por la pésima gerencia y la ineptitud que reina en los despachos ministeriales del Gobierno revolucionario. Damnificados y Habilitante. Habilitante y damnificados. He allí los instrumentos que están siendo utilizados desde ya para iniciar la campaña presidencial de 2.012.
En los meses que están por venir, veremos cada vez más cadenas presidenciales mostrando a Hugo Chávez junto a los damnificados o refugiados. Veremos también a Hugo Chávez anunciando proyectos de Ley que nada tienen que ver con los verdaderos problemas del país, como la inseguridad, la corrupción, la insalubridad o el desempleo, sino más bien con el tema de los que no tienen casas o de quienes lo perdieron todo como consecuencia de los torrenciales aguaceros.
Como decíamos al principio de esta columna, la revolución no sólo se está quedando sin gente, sin votos y sin talento, sino lo que es peor: se está quedando sin ideas, sin iniciativa, sin proyectos y sin imaginación. Utilizar y manipular a los damnificados para hacer campaña electoral no solamente es inmoral y antiético, sino criminal. Valerse de una Ley Habilitante ilegal e inconstitucional, para promover leyes que no atacan el fondo del problema sino que más bien alimentan y fomentan el problema, también es un crimen. Fíjense que ya casi nadie habla de la fulana Cédula del Buen Vivir, el último invento ideado por Chávez para tratar de ganar votos con miras a las elecciones del 26 de septiembre de 2.010. Ese proyecto, que fue lanzado como arma electoral para tratar de revertir las tendencias que mostraban las encuestas, no sirvió de nada por cuanto las fuerzas democráticas sacaron más votos que el oficialismo.
En su desespero por tratar de ganar los comicios de 2.012, Chávez hará hasta lo imposible. Si tiene que convertir al país entero en un refugio, lo hará. Y si tiene que inventar damnificados, los inventará. Debemos prepararnos pues para lo que viene. Porque nada es más peligroso que un supuesto revolucionario desesperado, con los bolsillos llenos de plata, pero sin ideas, sin talento y sin imaginación.
por GUSTAVO AZÓCAR ALCALÁ
Tomado de: El Diario de los Andes
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